Arte, pornografía y evangelio
Los rumores y los malos presagios se han hecho triste realidad y la Asignatura Religión cuenta los días que faltan para su desaparición absoluta. A la inclusión de la Educación para la Ciudadanía y a la desaparición de la Alternativa, se ha sumado la Historia de las Religiones no Confesional y la drástica reducción horaria de la Religión en la ESO, de tres horas a dos horas por ciclo. Aparentemente, esta reducción no parece significativa, pero quitar una hora de la semana de cada ciclo (una hora en primero o segundo y una hora en tercero o cuarto), supondrá el despido inminente del 30% de los profesores de Religión de secundaria. Todo ello patrocinado por el Gobierno que defiende ante todo a los trabajadores, Zapatero, Caldera y Cabrera, un trío que, sin apariencia, da miedo (no risa).
La cuestión ideológica ha superado a la cuestión ciudadana y la galopante ignorancia de la izquierda progre está defendiendo la injusticia de la prueba científica nacida de las insignes cabezas de la Alianza de Civilizaciones, es decir, la promoción de la intolerancia, la xenofobia, el adoctrinamiento ideologíco, el cese de los derechos manifestados en nuestra Constitución, la mofa frente a los Acuerdos que superan todo Gobierno concreto y el ninguneo de las innumerables sentencias del Tribunal Supremo en favor de la Religión frente a los frecuentísimos casos de violación de los derechos de los padres, alumnos y profesores. Aunque no es de extrañar observando el derrocamiento de la división de poderes propias de una dictadura que está llevando a cabo el Gobierno Socialista de Zapatero en España.
En definitiva, el inicio del fin de la Asignatura de Religión comienza en el próximo curso 2007-2008, pero ahora, desde la legalidad de los reales decretos inventada por la idelogía ignorante y fetichista de esta izquierda que no es capaz de asumir su propia responsabilidad frente a la historia y a los ciudadanos. Y mientras, la empresa, que es el Estado de Zapatero, hará una reducción de plantilla para que cuadren los dividendos de la ideología y la manipulación histórica (y los sueldos de los profesores que sean despedidos).
Ahora es el momento para que aparezca la Conferencia Episcopal, los padres, los profesores y sus asociaciones, los sindicatos y los ciudadanos que aún conserven un poco de sentido común que, contrariamente a lo que se dice, es el más común de los sentidos.
EXIGE AL MEC UNA REGULACIÓN DIGNA PARA LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN
Desde siempre se ha dicho que la Iglesia no debe hacer política, pero entendida ésta en sentido estricto, en cuanto pertenencia a determinados partidos políticos, a la implicación directa en intereses partidistas e ideologías varias. La Iglesia no debe de hacer política pero, en cambio, sí que ha de estar presente en todos aquellos foros donde se pongan en tela de juicio la paz, la convivencia y la libertad. Si la Iglesia no debe hacer política significa que la jerarquía eclesiástica no debe identificarse con sigla alguna, pero la jerarquía. No así los laicos, vamos, el pueblo llano.
Las últimas noticias con respecto a los obispos españoles no dejan sino entrever la situación de falta de libertad y de respeto en la que vive la sociedad española. Si la COPE molesta al régimen establecido, entonces ya no sólo se le ataca desde los demás medios de comunicación, guiados casi por una sola mano, sino que además, a los citados obispos españoles se les acusa de todo lo acusable por defender la libertad, la paz y la convivencia denunciando las violaciones democráticas a las que lamentablemente estamos ya tan acostumbrados.
La grandeza del Islam parece que recae en su capacidad de autodeterminación, sobre todo, desde la perspectiva de los progres españoles que no son capaces de comprender la libertad de todos y cada uno de los ciudadanos, sino sólo de unos pocos, amigos y conocidos, siempre que recaiga la culpa sobre los que ellos mismos, estos progres, consideran que viven y piensan en contra de sus maniqueos ideales e intereses trepas.
Lo del Islam, su desmesurada respuesta ante las frases del Papa Benedicto XVI, no nos coge de nuevos, porque ya sabemos de qué pie cojean los que quieren ensalzar sus propios ideales usando la parte más radical de las suras del Corán. Lo que ya no alcanzamos a comprender ciertamente es la postura de todos estos que no saben ni qué es el Islam, ni qué es el cristianismo, ni son capaces de entender unas palabras sencillas que sólo hacen defender la razón de la religión como encuentro entre los seres humanos.
El intento por hacer ver a la opinión pública de que históricamente han tenido razón cuando defendían la tesis de la maldad de la Iglesia y su jerarquía, llega en estos días a límites insospechados. De nuevo, la confusión entre libertad, democracia y manipulación informativa (ideológica), es la nota fundamental entre los que defienden la bondad de los radicales islámicos y la maldad de unos cristianos que pretenden poner los puntos sobre las íes para que esa opinión no se convierta en el santo y seña de la debacle social de occidente, para que las amenazas de expansión del Islam en Europa no sean tomadas como un derecho loable de autodeterminación sobre los que escuchan tal palabro y se les nubla la vista de tanto gusto.
No todo vale, y el uso político e ideológico de cualquier religión no es tolerable en una sociedad basada en el cumplimiento de los derechos individuales, aunque la mayoría no se cumplan. Por esta razón, no podemos comprender cómo los defensores progres de la libertad y esos derechos que tanto gustan de gritar cuando las aguas vienen cargadas de subvenciones que pagamos todos los ciudadanos, defienden a ultranza los derechos de unos radicales que no dejan que en sus países, precisamente, se cumplan ni uno solo de esos derechos, ni siquiera que se dé algo tan normal para ellos como la democracia.
Y si a los progres les ponen las amenazas de la reconquista de occidente, véase Al-Ándalus u 11-S, pues que se borren de todo lo que occidente significa y se vayan a vivir in situ la verdadera realidad islámica y su democracia coránica. O si lo prefieren que se vayan a Cuba, pero sin vivir del cuento.
Normalmente, los españoles y, en concreto, los andaluces, se han caracterizado por su simpatía, generosidad y, sobre todo, por su hospitalidad con todos los que decidían pasarse por allí y enardecer un poco, si cabe, su propia afectividad. Pero, como lo cortés no quita lo valiente, los habitantes del sur comienzan a tener un picorcillo tras la oreja al escuchar las sandeces del Presidente del Gobierno respecto a la conversión de la Catedral de Córdoba en templo ecuménico, donde cohabiten cristianos y musulmanes como hermanos para, según dicen, alcanzar la paz social desde la religión.
El discurso de la alianza de civilizaciones se ha visto infinitamente legitimado gracias a los recientes acontecimientos acecidos respecto a la publicación de las viñetas del profeta Mahoma y su posterior utilización por los dirigentes musulmanes en pro de otras intenciones que nada tienen que ver con la ofensa religiosa. Ante toda esta algarabía de posturas a favor y en contra, de voces discordantes o neutras se sitúa la presencia del Presidente en Turquía, no se sabe para qué, como aprovechando el momento de protagonismo, y el repentino interés de favorecimiento en España de todo lo que tenga que ver con el mundo musulmán.
Precisamente, de este interés, nacen las reuniones del Presindente con las altas esferas islámicas de España para conocer, de primera mano, cuáles son sus reivindicaciones y exigencias dentro del marco de la citada alianza de civilizaciones. Después de aprobar el órgano de censura islámico en España y expulsar a sus dirigentes españoles (por aquello de que no eran musulmanes de cuna), ahora piden más atención a la religión islámica en los centros escolares, petición que será ampliamente tenida en cuenta y llevada a cabo por el Presidente de una nación que una vez fue toda musulmana. Por cortesía, suponemos.
Lo último es que Córdoba vuelva a su etapa califal y ceda el gobierno de la Catedral a los nuevos adalides del progreso y la democracia, tal y como el propio Presidente ha pedido a las autoridades eclesiásticas vaticanas y cordobesas, con el ademán propio del Cid, el amigo de los moros. Porque se lo merecen y porque tienen todo el derecho de ocupar aquello que sus antepasados contruyeron con tanto mimo y cariño.
Y en Sevilla, años que llevan los habitantes del barrio de Triana pidiendo unos terrenos cercanos hiperrecalificados para obras de carácter social, con la consiguiente y probada necesidad de los mismos, y como imitando al Presidente de España y apoyando la enésima modernización de Andalucía (ahora llamada la beneficiada del Estado), el señor Alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, los ha donado sin más para la causa musulmana, de modo que, construyan su tan necesaria y anhelada mezquita, también, subvencionada por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. ¡Chúpate esa! Dicha mezquita trianera será la más grande de Europa y no se sabe por qué ha de ser así, porque la población musulmana en Sevilla no supera el 2%. Seguro que el señor Alcalde de Sevilla tendrá sus razones.
Menos mal que a los romanos y visigodos les dieron por desaparecer de la superficie de España (¿no eran cristianos?), si no, ¿qué sería de nosotros? Aunque me estoy pensando reivindicar la mezquita de Fuengirola y la de la M40 como centros cívicos de índole cristiana para la curación de algunas enfermedades de caracter político. A ver qué me contestan.
Hablando de los pequeños y desconocidos despropósitos que nos ocupan en estos tiempos de confusión, no puedo menos que traer a colación un caso que manifiesta la falta de acierto y puntería en la política autodestructiva del Gobierno de España.
Un amigo mío es profesor de religión en un instituto público de secundaria en la provincia de Sevilla, a saber, en Andalucía, que ya piensa en la tercera modernización cuando no ha comenzado ni la primera. Bien, pues este amigo mío, ha trabajado en el sector de la educación desde que finalizaba su adolescencia en diferentes ámbitos, -barrios, centros juveniles, escuelas-taller, centros concertados...-, y desde hace cuatro años es profesor de religión en la enseñanza pública.
Su exhaustiva formación y su experiencia no deja lugar a dudas de la capacidad que posee como educador, no ya sólo dentro del ámbito de la escuela institucional, sino como defiende el objetivo de toda ley de educación, influyendo en todos los ámbitos de la formación integral del educando.
Estoy seguro que le gustaría seguir siempre impartiendo una asignatura que cree absolutamente necesaria, no porque crea que los alumnos hayan de recibir una formación religiosa a modo de adoctrinamiento católico, sino porque considera que el fenómeno religioso tanto a nivel personal como social, supone uno de los factores que contribuyen al desarrollo del ser humano personalmente y en relación con todo lo que le rodea.
Pero sucede que su familia va en aumento y las espectativas de futuro no son nada halagüeñas, sobre todo, viendo los últimos acontecimientos relacionados con la LOE y la negativa del Ejecutivo a favorecer la educación religiosa, -que no se olviden, está en la base de nuestras raíces culturales-. Él, como muchos miles, tiene miedo de quedarse en la calle y de no poder ofrecerle a su familia lo que todas las familias se merecen, que no es más que un poco de dignidad.
Por eso, se ha planteado la posibilidad de presentarse y aprobar las oposiciones a profesor de secundaria, pero se ha encontrado que toda su experiencia, toda su formación y los años que lleva trabajando en la enseñanza pública no le han servido para nada, porque su labor docente no es reconocida como tal.
Una cosa es que la religión no conste como departamento oficial en los centros educativos y otra que no posea curriculum dentro de la enseñanza pública y que éste no se imparta. Una cosa es que la religión no reciba dotación económica y otra que no deba presentar sus programaciones, sus concreciones y adaptaciones curriculares, que, de hecho, lo hace como parte integrante del sistema educativo de cualquier centro de enseñanza. Una cosa es que la asignatura sea la despreciada en todos los centros por parte de muchos alumnos y por parte de muchos profesores, sobre todo, los que imparten la alternativa como relleno de su horario personal, y otra cosa es que los profesores de religión no trabajen como tales.
Lo cierto es que, este amigo mío, al solicitar la exención del CAP, requisito absolutamente necesario para la docencia en secundaria, se le niega rotundamente alegando que la religión no es enseñanza reglada, por lo que sus años de docencia no lo son, sino más bien, le dan a entender que lo que ha hecho durante estos años ha sido entretener a los alumnos. Ni más ni menos, a modo de actividad extraescolar.
Hablando del despropósito que mencioné más arriba, éste no es más que la obligación de realizar tal curso, que él mismo podría impartir, con las consecuencias que se siguen de perder todos los días muchas horas de su tiempo de descanso, pagar un precio desmesurado para lo que se recibe, no permitirle siquiera realizar las prácticas en su centro, aprender cuál es la psicología del adolescente, aprender el mecanismo de la LOGSE y los albores de la LOE, conocer de primera mano qué es un proyecto de centro y un departamento, qué es un libro de texto. El reciclaje nunca está de más, pero a qué precio.
Lo cierto es que con la misma ley en la mano, para todo el territorio nacional, las comunidades autónomas, o los personajes que las dirigen, sobre todo, los que no son políticos y juegan a serlo, interpretan la ley como les viene en gana y este amigo mío, por ser andaluz, tiene que perder tiempo y dinero, además de ganar en desprecio, porque los dirigentes andaluces consideran que lo que quiere decir la ley sobre la religión es que es una auténtica basura. De ahí que no otorguen al exención del CAP. Qué pena no ser madrileño o valenciano, porque en estas comunidades sí que reconocen los años de docencia, sí que la religión es enseñanza reglada, sí que la asignatura es respetada, sí que los profesores son profesores y no entretenedores de niños.
Y toda la culpa, quién la tiene, el Partido Socialista y sus acérrimos secuaces, y el despropósito de la religión y sus profesores. No tiene otro origen. Después llaman a este amigo mío facha y exagerado por cantar las verdades contra el Gobierno. Si les parece también va votar y comer de la mano de quien lo quiere dejar en la miseria cantando sus maravillas y glorificando a sus artes. Faltaría más.
Teresa Fernández de la Vega ha manifestado en estos días que el Gobierno está siendo demasiado bondadoso ya con la Iglesia y que es menester, por tanto, no que crezcan las ayudas hacia ella, sino que vayan disminuyendo paulatinamente, que va siendo hora, pensará.
Por su parte, Miguel Iceta, portavoz del PSC, dice que la Iglesia ejerce actitudes demoniacas, tal y como se ha podido comprobar en los diferentes medios de comuncación, ya que este señor, ha recibido más cobertura mediática que la propia manifestación del doce de noviembre contra la LOE. Por lo que se ve, posee una vocación desconocida, hasta en su casa, de teólogo, eso sí, anticristiano. Pero me da a mí la impresión que éste es otro maestro liendres, porque dice que ha consultado a teólogos cercanos a la Iglesia y que se preguntan que para qué necesita Dios una radio. Y me pregunto yo entonces, que si el Verbo es la Palabra, y lo propio de la palabra es comunicarse, ¿qué mejor modo de comunicarse que la radio? La lógica es palmaria.
Lo primero que deberían hacer estos teólogos es leerse las directrices del magisterio sobre los medios de comunicación social y su utilización para los fines que persigue la Iglesia, y no son precisamente, ni propagandísticos ni lucrativos.
El portavoz de Conferecia Episcopal Española, incluido su porte, ha estado certero, aunque no siempre fue así a mi humilde entender. Pues ha manifestado en rueda de prensa que no es, precisamente, el Gobierno, quien dona los fondos a la Iglesia por su beneplácita bondad, sino que es todo un 86% de los españoles, de modo personal y libre, los que deciden adónde quiere destinar su Impuesto. Así, los 144 millones de euros que recibe anualmente la Iglesia de mano de los contribuyentes ahorra al Estado 6.000 millones de euros. Claro, pero ya es hora de que se le quiten las ayudas a la Iglesia porque el Gobierno de España es demasiado bondadoso. Aunque para la mezquita de al lado de mi casa la subvención es del cien por cien. Voy a ir a la Moncloa a pedirle una subvención a Zapatero para construir una ermita en mi pueblo porque no hay fondos, ya que el edil socialista los gastó en viajes y dietas, y en muchas cosas más que espero que se vayan descubriendo.
Lo que se deduce de toda esta situación es que nuestros dirigentes hacen gala de un desconocimiento total y absoluto de lo que significa la Iglesia y su labor en España y en todo el mundo. Supongo que eligieron alternativa, porque el "Id y enseñad" no es adoctrinar, sino promover a la persona,también y, sobre todo, usando los medios de comunicación social, el camino de una Iglesia presente y actual. El único ágora no es la parroquia, sino todos los ámbitos de la vida del cristiano, que también es ciudadano.
Siempre se ha criticado la doble moral de los cristianos y, ahora, que intentan ser uno, sin diferenciar su condición de cristianos y su condición de ciudadanos en la sociedad, se les acusa intentando que viva en la nube paradisiáca del Edén religioso. Se pretende que la Iglesia siga siendo lo que siempre se le ha criticado para que esté fuera de la vida social y del presente.
Montilla critica a la Iglesia como si estuviera por encima del bien y de mal, lo que no hace otra cosa que descubrir la adolescencia del Gobierno. "Como me has criticado, te quito las ayudas", "no eres digna de mi confianza", "mala, mala y más que mala, pensarán sobre la Iglesia. Pero la frase elemental será "eso no se hace", lo mismo que dice un adolescente que juega a ser adulto.
La Iglesia no lleva a cabo más que la realización de su propia esencia, a saber, la defensa de la justicia y la denuncia de la injusticia, el apoyo moral y físico a todos los necesitados, la búsqueda de la paz, la autoafirmación de todo valor humano y la condena de todos los antivalores que esclavizan a la persona...
Se puede estar de acuerdo o no con la labor de la Iglesia y con sus creencias, pero es inmoral decirle a alguien o a una institución lo que debe hacer, sobre todo, si esas palabras no nacen de la crítica constructiva, sino desde una intención de destrucción en pro de unos intereses nada loables.
Lo dicho, un Gobierno adolescente que pretende ser adulto no puede gobernar, porque para eso se inventaron el siglo pasado eso de la adolescencia, para encaminarse a la responsabilidad y la libertad mediante el método del ensayo y el error. Y la Moncloa no es el mejor sitio para tamaña labor. Dos mil años son muchos años, y no está bien meterse con los mayores.
Salta a la vista que los trabajadores de este país no están contentos con la actual política laboral de Zpeitor y sus secuaces, pero si hay un colectivo especialmente marginado y vilipendiado es el de los profesores de religión de la enseñanza pública. Por no ser, dentro del marco legal, no son considerados ni profesores. Su estatuto laboral se define en el mejor de los casos como "trabajadores en una situación extraña", aunque en los contratos conste como laboral docente, pero para la administración pública, estos profesores son personal laboral, mientras que para los encargados del personal laboral son profesores... ¿en qué quedamos?
Que yo sepa, por otro lado, estos trabajadores que están en sus centros desde el uno de septiembre, aún, no sólo no han firmado sus contratos (si les pasa algo nadie responde por ellos ya que legalmente no están trabajando), sino que llevan dos meses sin recibir su sueldo y puede que la situación llegue hasta final de noviembre, es decir, ESTARÁN TRES MESES SIN COBRAR, y ya me dirán cómo se puede llevar para adelante una familia en la cual no entra ni un duro durante ese tiempo, porque la luz, el agua, el gas, la comunidad, el teléfono, la hipoteca (también tienen derecho a tener su casa), el coche, la gasolina, los niños, los libros... siguen llegando. Claro, pero el delegado provincial de educación no tiempo para firmar estos contratos y darles salida, ¿qué pasaría si estuviera el tal delegado tres meses sin cobrar? Sólo es una pregunta.
A pesar de esto, que ya hacen maravillas para subsistir y lo tienen más que asumido, hay que hacer frente a las continuas descalificaciones por parte de la administración pública cuando se trata de reconocer los méritos de los profesores de religión. Por ejemplo, si alguno osa presentarse a la oposiciones para cualquier especialidad, sus años de docencia, sean los que sean, no son reconocidos como tales porque, según dicen, la religión no es un área mínima admitida dentro del currículo, y se preguntarán ¿qué han estado entonces haciendo esos profesores durante sus años de docencia? Para la administración la respuesta es sencilla, NADA. Total, que cualquier profesor al que se le ha dado una hora de alternativa a la religión porque le faltaban horas para completar su horario y lo único que hace es dejar que esos alumnos hagan literalmente lo que les dé la gana, se le reconocen sus horas de docencia, mientras que a los de religión, NO. Pues hay que joderse, perdón por lo de hay que.
Si algún profesor de religión solicita la exención del CAP (título necesario para dar clases en la escuela pública consistente en una fase de aprendizaje pedagógico y psicológico y otra fase de prácticas) porque se quiere presentar a las tales oposiciones, no se le otorga por la simple razón de que sus clases no son tales ¿entonces qué son? La administración se agarra a una ley en la que no está estipulada esta negativa, pero, en cambio, después de muchos años de docencia, de trabajar con adolescentes dentro y fuera de un aula, de programar seriamente los cursos, después de realizar cientos de horas de formación permanente, a los profesores de religión se les exige que aprendan a dar clases dando prácticas fuera de su horario de trabajo, a estudiar el perfil psicológico de los alumnos y a empaparse de los criterios pedagógicos que se han de tener en cuenta en las clases... y encima tener que pagar una pasta por ello sin haber cobrado aún. Pues hay que joderse.
La pregunta es, ¿por qué en algunas comunidades autónomas se conceden estos derechos y otras no, por ejemplo Andalucía, si la ley es la misma para todo el territorio nacional? Piensen ustedes. Independientemente de que uno esté de acuerdo o no con las clases de religión en la enseñanza pública, no se puede negar el derecho de unos trabajadores a ser tratados como tales, y a reconocer sus méritos. Incluso, en el debate de la LOE propuesta por el PSOE, se realizó una consulta pública que decía: "¿Cree usted que los profesores de religión deberían de estar dentro del estatuto de los trabajadores?" Si este estatuto es el que regula cualquier trabajo en España, entonces la duda consistía en ver si el profesor de religión era trabajador o no, y si se responde que no... no quiero ni pensarlo.
Y ¿por qué un profesor de religión quiere presentarse a las oposiciones? Primero, porque es titulado, diplomado o licenciado, como cualquier profesor. Segundo, porque, a pesar de realizar una labor insustituible en los centros, a mi entender, han de luchar por el futuro de sus familias y por su estabilidad laboral. Tercero, porque ninguna entidad superior da la cara por ellos, al contrario, se les exige continuamente aquello que ya no pueden dar, ya sea laboralmente, ya moralmente.
En definitiva, son diecisietemil profesores en España los que se encuentran en esta situación, a punto de ser mandados al ... garete. Quizas, la única solución que les quede sea salir a la calle encapuchados, quemar contenedores y neumáticos y tirales tornillos con tirachinas a las fuerzas del orden público, a lo mejor hasta se les escucharía, y, por supuesto, saldrían en las noticias.