La Iglesia no hace política
Desde siempre se ha dicho que la Iglesia no debe hacer política, pero entendida ésta en sentido estricto, en cuanto pertenencia a determinados partidos políticos, a la implicación directa en intereses partidistas e ideologías varias. La Iglesia no debe de hacer política pero, en cambio, sí que ha de estar presente en todos aquellos foros donde se pongan en tela de juicio la paz, la convivencia y la libertad. Si la Iglesia no debe hacer política significa que la jerarquía eclesiástica no debe identificarse con sigla alguna, pero la jerarquía. No así los laicos, vamos, el pueblo llano.
El Papa, en Verona, no ha dicho ni que sí ni que no, ni tampoco que vaya a contar el cuento de la buena pipa. Simplemente que "es necesario anteponer las exigencias de la justicia a los intereses personales, o de un grupo, o del Estado. A la Iglesia no corresponde el cometido de actuar en el ámbito político para construir un orden justo en la sociedad, eso corresponde a los fieles laicos, entre ellos los cristianos laicos"... aceptamos barco.
La jerarquía de la Iglesia Católica puede ser criticada por muchos aspectos que no vienen al caso en estas líneas, pero, si hay algo en España, por lo que la jerarquía es digna de alabanza en estos últimos tiempos, es precisamente por el apoyo tácito y público a la cadena COPE y sus estrellas mediáticas, aunque no siempre haya sido así. La respuesta de Amigo Vallejo a Gabilondo con respecto a la COPE no deja lugar a dudas, "una bendición de Dios". Y esta respuesta del Arzobispo de Sevilla no tendría mucha enjundia si no fuera porque la cadena COPE se ha erigido como uno de los foros más importantes para la defensa de la paz, la convivencia y la libertad -como tanto gusta a Cañizares-, en contra de intereses manifiestamente políticos y partidistas.
El Centre d’Estudis Francesc Eiximenis, la Lliga Espiritual Mare de Déu de Montserrat y la asociación Cristianisme al Segle XXI , como ya se sabe han denunciado a la Conferencia Episcopal Española ante el Tribunal de la Rota de Roma, la panacea de los tribunales eclesiásticos, con denuncia canónica, es decir, que lo que pretenden estos grupos es poner a la Iglesia en contra de la Iglesia y elevar la actitud de los obispos de la COPE al grado de alejamiento de la doctrina oficial de la Iglesia. Estos grupos denuncian textualmente, las “descalificaciones que se acompañan muy a menudo de insultos, ridiculizaciones y menosprecios”, en “una posición descaradamente proclive al Partido Popular, llegando incluso a dictarles cuál debe ser su actuación”, en “un desprecio sistemático de todo lo concerniente a los procesos democráticos, partidos políticos e instituciones de Catalunya”, o a las “conclusiones precipitadas y tendenciosas sobre hechos o rumores que en muchas ocasiones no han llegado a contrastar, afirmando lo que desconocen y manipulando dichas noticias para convertirlas en mentiras”. Y encima le dicen a los obispos que están incumpliendo su deber pastoral. ¿Dónde queda pues el suyo de apoyar al Ordinario de su diócesis?
La verdad que muchos esperan que se desestime la denuncia y la COPE pueda seguir su labor de vocero en la oscuridad del panorama informativo español, pueda seguir denunciando el robo que España está haciendo de sí misma. Porque si la cadena COPE es tachada constantemente de mentirosa, conspiradora, sectaria, manipuladora, ultraderechista, fascista y todo acompañado de ningún tipo de argumentos sino sólo del insulto fácil y tópico, entonces es que la COPE está haciendo las cosas como las debe hacer. Y si hacer política significa estar en la cresta de la ola, defendiendo la justicia, apoyando indudablemente ciertas ideas, luchando por la verdad y estirando la mano hacia la libertad, la Iglesia al completo, obispos y cristianos laicos, hacen política, y auténtica política. Y eso es lo que hay, porque hoy en la política se decide el futuro completo de un pueblo y una sociedad, y la Iglesia no puede estar al margen, aunque se le quiera otorgar un papel digno, pero insuficiente, de asistencia a los necesitados y damnificados precisamente por una nefasta gestión política y económica.
Sería muy triste que, de pronto, todo cambiase y se viniera abajo por el miedo e intereses de los obispos, el cansancio de sus estrellas mediáticas y la presión de los que no se merecen otra cosa que la prisión. Las últimas noticias contradicen todo lo dicho. Ya veremos.
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