ZP, el nuevo Cid Campeador
Normalmente, los españoles y, en concreto, los andaluces, se han caracterizado por su simpatía, generosidad y, sobre todo, por su hospitalidad con todos los que decidían pasarse por allí y enardecer un poco, si cabe, su propia afectividad. Pero, como lo cortés no quita lo valiente, los habitantes del sur comienzan a tener un picorcillo tras la oreja al escuchar las sandeces del Presidente del Gobierno respecto a la conversión de la Catedral de Córdoba en templo ecuménico, donde cohabiten cristianos y musulmanes como hermanos para, según dicen, alcanzar la paz social desde la religión.
El discurso de la alianza de civilizaciones se ha visto infinitamente legitimado gracias a los recientes acontecimientos acecidos respecto a la publicación de las viñetas del profeta Mahoma y su posterior utilización por los dirigentes musulmanes en pro de otras intenciones que nada tienen que ver con la ofensa religiosa. Ante toda esta algarabía de posturas a favor y en contra, de voces discordantes o neutras se sitúa la presencia del Presidente en Turquía, no se sabe para qué, como aprovechando el momento de protagonismo, y el repentino interés de favorecimiento en España de todo lo que tenga que ver con el mundo musulmán.
Precisamente, de este interés, nacen las reuniones del Presindente con las altas esferas islámicas de España para conocer, de primera mano, cuáles son sus reivindicaciones y exigencias dentro del marco de la citada alianza de civilizaciones. Después de aprobar el órgano de censura islámico en España y expulsar a sus dirigentes españoles (por aquello de que no eran musulmanes de cuna), ahora piden más atención a la religión islámica en los centros escolares, petición que será ampliamente tenida en cuenta y llevada a cabo por el Presidente de una nación que una vez fue toda musulmana. Por cortesía, suponemos.
Lo último es que Córdoba vuelva a su etapa califal y ceda el gobierno de la Catedral a los nuevos adalides del progreso y la democracia, tal y como el propio Presidente ha pedido a las autoridades eclesiásticas vaticanas y cordobesas, con el ademán propio del Cid, el amigo de los moros. Porque se lo merecen y porque tienen todo el derecho de ocupar aquello que sus antepasados contruyeron con tanto mimo y cariño.
Y en Sevilla, años que llevan los habitantes del barrio de Triana pidiendo unos terrenos cercanos hiperrecalificados para obras de carácter social, con la consiguiente y probada necesidad de los mismos, y como imitando al Presidente de España y apoyando la enésima modernización de Andalucía (ahora llamada la beneficiada del Estado), el señor Alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, los ha donado sin más para la causa musulmana, de modo que, construyan su tan necesaria y anhelada mezquita, también, subvencionada por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. ¡Chúpate esa! Dicha mezquita trianera será la más grande de Europa y no se sabe por qué ha de ser así, porque la población musulmana en Sevilla no supera el 2%. Seguro que el señor Alcalde de Sevilla tendrá sus razones.
Menos mal que a los romanos y visigodos les dieron por desaparecer de la superficie de España (¿no eran cristianos?), si no, ¿qué sería de nosotros? Aunque me estoy pensando reivindicar la mezquita de Fuengirola y la de la M40 como centros cívicos de índole cristiana para la curación de algunas enfermedades de caracter político. A ver qué me contestan.
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